En México, la violencia hacia las mujeres es una problemática que va creciendo año con año, tan es así que, de acuerdo con las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el año 2020 se registraron 1 millón 841 mil 141 delitos en contra de las mujeres, de los cuales 940 fueron feminicidios y 220 mil 28 se reportaron como casos de violencia familiar; mientras que en el año 2021 se contabilizaron 2 millones 44 mil 112 delitos contra mujeres, entre ellos se encuentran 966 feminicidios y 253 mil 739 casos por violencia familiar.
Estos datos nos demuestran un alza importante en la violencia que se ejerce hacia niñas, adolescentes y mujeres, principalmente aquella que se lleva a cabo en el espacio privado, ya sea por parejas y/o exparejas hombres, en los que se confía e incluso se ha llegado a sentir “amor”. Ante estos casos, nos hemos llegado a preguntar ¿cuáles son los motivos que llevan a las mujeres a permanecer en esos escenarios violentos?, lo que nos ha permitido darnos cuenta, al investigar, que se trata de una problemática multifactorial a nivel social y cultural que no permite reconocer las señales de alerta ni romper los ciclos de violencia.
Precisamente, uno de esos factores es el llamado amor romántico; esa idea que nos enseñan desde somos niñas sobre cómo se debe vivir, experimentar y aferrarse al amor de pareja, y sí, es una idea que se aprende y se trata de una construcción social que viene plasmada desde las obras de William Shakespeare hasta las películas de Disney, de Barbie, o incluso, más recientemente, la trilogía de 50 Sombras de Grey y, por supuesto, en diversas canciones de cualquier género musical. Esa idea sobre el amor se encuentra tan arraigada a la cultura que, por lo regular, vamos por la vida buscando cumplir con esas expectativas de pareja y muy pocas veces cuestionamos las implicaciones que tienen en la forma de relacionarnos con otras personas y con nosotras mismas.
Pero, ¿en qué consiste el amor romántico?, ¿por qué resulta tan violento en nuestras vidas? para poder dar respuesta a estas preguntas, retomamos a Coral Herrera (2011), quien afirma que “el amor romántico es, en este sentido, un ideal mitificado por la cultura, pero con una gran carga machista, individualista, y egoísta”. Esta definición busca reflejar de qué manera el amor se convierte en una herramienta para que la libertad de las mujeres se vea coartada, para que en nosotras recaigan la moral y las mal llamadas “buenas costumbres”, y principalmente para que nos convirtamos en los centros de rehabilitación emocional de los hombres incapaces de poner límites o de poner un fin.
Lo anterior se logra debido a que desde niñas nos enseñan lo que se debe esperar del amor, la idealización de la pareja, o mejor conocidos como los mitos del amor romántico. En un primer momento nos enseñan que nacimos incompletas y, por lo tanto, desde la adolescencia o desde la infancia se debe buscar un novio, para posteriormente tener un esposo, ya que en caso contrario seremos unas “solteronas amargadas” ¡Así es, amargadas! ya que, en este ideal, necesitamos tener a nuestro lado un hombre para ser felices, como si la felicidad estuviera negada para quienes deciden estar consigo mismas o tener una pareja de su mismo sexo, como ya lo mencionaban Coral Herrera y Marcela Lagarde.
Y es que, precisamente, una de las principales premisas que se tiene es que las parejas deben ser heterosexuales, difícilmente hemos visto una princesa de Disney o una protagonista de películas taquilleras que sea lesbiana y que sea feliz en pareja. Damos por hecho que la unión entre una mujer y un hombre es normal, e incluso natural, debido a que hay que preservar la especie humana, formar una familia, tener hijas e hijos de manera obligatoria y atenderlos como si nuestras vidas dependieran de ellos. Así que, como lo menciona Marcela Lagarde, cuando formamos parejas lo hacemos desde una posición de desigualdad, es decir, las mujeres estamos por debajo del hombre que dice ser nuestro compañero.
Los mitos del amor también llegan a romantizar la violencia, por increíble que parezca, ya que nos enseñan que si un hombre pasa por alto un “NO” y llega al acoso es una muestra genuina de interés y, por lo tanto, es algo que debemos valorar e incluso agradecer. Como lo han mencionado autoras como Elena Hernández y Ana Isabel Córdoba, sucede lo mismo con los celos, ya que son pintados como una forma de demostrar interés, amor e, incluso, una forma para demostrar que se “cuida” a la pareja; generando una especie de máscara que encubra las posibles primeras señales de peligro y que, en lugar de ver esas flechas rojas que se levantan cuando la violencia comienza a aparecer, en la mente parezcan ser genuinas demostraciones de romanticismo.
De esta manera llegamos al siguiente mito del amor romántico: “el verdadero amor todo lo puede y todo lo perdona”, y podría afirmar que esta es una de las premisas más peligrosas que nos meten en la cabeza a las mujeres, ya que a través de esta creencia nos promueven que perdonemos la violencia, ya sea desde una mentira, infidelidad, insultos, control económico, acoso, hasta golpes. Así es como nos hacen creer que la capacidad de sacrificio es una cualidad, la más preciada de todas, en la que debemos aguantar cualquier cosa para demostrar que se ama de verdad, e incluso, como lo han mencionado Elena Rodríguez y Ana Isabel Córdoba, se nos dice que basta con el amor de las mujeres para quitar cualquier vicio o conducta violenta de la pareja, como si fuera a desaparecer por arte de magia.
La realidad es que nada desaparece por arte de magia, al contrario, los comportamientos violentos van aumentado hasta llegar a niveles que pongan en peligro la vida de las mujeres. Y es que el amor romántico se encuentra dirigido hacia el género femenino, es decir, que para los hombres estos mitos no limitan su comportamiento, al contrario, les brindan una seguridad de que su pareja los va a seguir sumisamente en sus decisiones y que todo lo que está negado para las mujeres está permitido para ellos.
Como nos podemos dar cuenta, no sólo se trata de visibilizar al amor romántico como un constructo social, sino de poder generar una reflexión sobre cómo las mujeres lo estamos viviendo en los diferentes espacios, y con las pocas o nulas herramientas que nos brinda la sociedad para reconocer las primeras señales de la violencia. Bien dicen por ahí que el amor romántico es el opio de las mujeres, y es momento de empezar a voltearnos a ver como seres completos, cuyo amor propio debe de estar por encima de todo lo demás.
Bibliografía:
Herrera, C. (2011). La Construcción Sociocultural del Amor Romántico. Fundamentos.
Lagarde, M. (2015). Los Cautiverios de las Mujeres: Madresposas, monjas, putas, presas y locas (Segunda ed.). Siglo XXI Editores.
Rodríguez, E. y Córdoba, A. I. (2020). Amor Romántico y Violencia de Género. Tabajo Social Hoy, 65-82.
SESNSP. (2021). Informe de Incidencia Delictiva Contra las Mujeres 2020. Ciudad de México: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. SESNSP. (2022). Informe de Incidencia Delictiva Contra Mujeres 2021. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
2 comentarios
Melissa · 14/02/2022 a las 3:05 pm
Muchas gracias por tu análisis Glo, creo que también por estos mitos fomentan el que nos culpemos cuando decidimos que una relación violenta termina y por lo tanto es más complicado salir de ahí
Ingrid · 15/02/2022 a las 8:16 pm
Gracias por hablar de lo que es urgente. El amor romántico habilita las violencias, porque soporta un ideal que es inalcanzable y en esa fantasía la exigencia del cumplimiento de estándares cobra literalmente vidas.